Prehistoria como el periodo de tiempo previo a la Historia, transcurrido desde el inicio de la evolución humana hasta la aparición de los primeros testimonios escritos.
La importacia de la escritura como frontera entre la Prehistoria y la Historia, está en que sólo a tavés de los testimonios escritos, podemos conocer con certeza acontecimientos, hechos y creencias de aquellas personas que vivieron antes que nosotros.
Al no existir el testimonio de la arqueología se convierte en el único medio para reconstruir los sucesos de la prehistoria, a través del estudio de los restos materiales dejados por los pueblos del pasado: sus zonas de residencia, sus utensilios, así como sus grandes monumentos y sus obras de arte.
Para su estudio, la Prehistoria se divide en tres periodos que se corresponden con la propia evolución de la humanidad.
El más antiguo de estos tres periodos es el Paleolítico, cuyo comienzo se remonta a hace unos 2.500.000 años. En esta etapa el ser humano utilizaba herramientas elaboradas a base depiedra tallada, hueso y palos. Durante esta época el hombre fue cazador, pescador y recolector, por lo que llevaba una vida nómada y solía colocar sus campamentos en las orillas de los ríos donde se aseguraba el agua y la comida por un tiempo. En esta época se comenzó a utilizar el fuego (hace 1.500.000 años aproximadamente) y se tenían creencias religiosas de carácter mágico y se realizaban ceremonias funerarias.
Mi lista de blogs
viernes, 26 de noviembre de 2010
jueves, 11 de noviembre de 2010
Miguel Hernández.
Miguel Hernández.
(Orihuela, 1910 - Alicante, 1942) Poeta español. Adscrito a la Generación del 27, destacó por la hondura y autenticidad de sus versos, reflejo de su compromiso social y político.
Nacido en el seno de una familia humilde y criado en el ambiente campesino de Orihuela, de niño fue pastor de cabras y no tuvo acceso más que a estudios muy elementales, por lo que su formación fue autodidacta.
Su interés por la literatura lo llevó a profundizar en la obra de algunos clásicos, como Garcilaso de la Vega o Luis de Góngora, que posteriormente tuvieron una marcada influencia en sus versos, especialmente en los de su etapa juvenil. También conoció la producción de autores como Rubén Darío o Antonio Machado. Participó en las tertulias literarias locales organizadas por su amigo Ramón Sijé, encuentros en los que se relacionó con la que luego fue su esposa e inspiradora de muchos de sus poemas, Josefina Manresa.
Con veinticuatro años viajó a Madrid y conoció a Vicente Aleixandre y a Pablo Neruda; con este último fundó la revista Caballo Verde para la Poesía. Las ideas marxistas del poeta chileno tuvieron una gran influencia sobre el joven Miguel, que se alejó del catolicismo e inició la evolución ideológica que lo condujo a tomar posiciones de compromiso beligerante durante la Guerra Civil.
Tras el triunfo del Frente Popular colaboró con otros intelectuales en las Misiones Pedagógicas, movimiento de carácter social y cultural. En 1936 se alistó como voluntario en el ejército republicano. Durante la contienda contrajo matrimonio con Josefina Manresa, publicó diversos poemas en las revistas El Mono Azul, Hora de España y Nueva Cultura, y dio numerosos recitales en el frente. El fallecimiento de su primer hijo (1938) y el nacimiento del segundo (1939) se añadieron como motivo inspirador de su obra poética.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Velázquez y Goya en su Contexto Histórico.
Velázquez es uno de los más grandes pintores de la historia del arte. Vive entre 1599 y 1660. Son contemporáneos suyos Zurbarán, Murillo y Ribalta en España, y Caravaggio, Rémbrandt y Rúbens en Europa.
En la Corte se conocerá la obra de Caravaggio y la escuela de los Carracci, así como la flamenca. Tenía a su disposición, lo mejor de la vanguardia artística.
Su vida
En el taller de Francisco Pacheco comenzó su auténtica formación como pintor. Pinta bodegones, con un tratamiento de la luz tenebrista. Los cuadros religiosos son la fuente principal de ingresos para los pintores de la época. La Inmaculada, la vieja friendo huevos y El aguador de Sevilla.
En 1622 Velázquez tiene su primer contacto con la Corte. Pintó el retrato de Góngora, que impresionó tanto que al año siguiente, es llamado a la Corte y nombrado pintor de cámara. Esto le permite conocer el arte acumulado en palacio y tener cierta independencia económica.
En 1628 Rúbens visita Madrid, conoce a Velázquez e influye en él. Ese mismo año pinta el Triunfo de Baco. Entre 1629 y 1631 hace su primer viaje a Italia, para conocer el arte del país. Fruto de ese viaje es su cuadro La fragua de Vulcano.
A su vuelta de Italia, y entre 1631 y 1649 recibe el encargo de la decoración del Salón de Reino, en el Retiro. Es la época más fecunda de Velázquez. Pinta la Rendición de Breda, con lo que introduce el tema histórico contemporáneo en su pintura. Organiza el cuadro en un espacio circular que gira en torno a los protagonistas.
Realiza los retratos de Felipe III, Felipe IV, sus mujeres, el conde-duque de Olivares, las infantas, etc. Pero también de los bufones y las gentes del pueblo que rodean a la Corte, como Pablo de Valladolid, un retrato genial por su tratamiento del fondo.
Entre 1649 y 1651 Velázquez hace su segundo viaje a Italia. Pinta su famoso retrato del papa Inocencio X. Retrata a su esclavo Juan de Pareja, y pinta cuadros de tema mitológico, como La venus del espejo, en el que se permite el desnudo, uno de los pocos desnudos del barroco español.
En 1651 vuelve a España reclamado por el rey para pintar los retratos de la familia real: Las meninas, un extraordinario cuadro de múltiples problemas compositivos. También toca temas mitológicos: Las hilanderas.
Su arte
La naturaleza, la luz y el movimiento son preocupaciones comunes a todos los artistas del barroco, pero es Velázquez quien da las soluciones más originales y quien mejor resuelve los problemas.
Rara vez toca temas hondamente dramáticos para mostrar su realismo. Cuando se adentra en estos campos reduce el dramatismo a la mínima expresión. No copia, inventa sus composiciones.
Utiliza el claroscuro, pero alejado del tenebrismo. Capta los efectos distorsionadores el aire interpuesto entre los objetos, lo que se conoce como perspectiva aérea: La fragua de Vulcano, La meninas o Las hilanderas.
El color lo aplica con moderación, en pinceladas sueltas. El movimiento se crea a través de la luz y la perspectiva aérea.
Goya
Goya, por sí solo, llena uno de los capítulos más gloriosos de la historia del arte. Vivió entre 1746 y 1828.
La personalidad de Goya le sitúan fuera de las corrientes artísticas dominantes en el momento. Ni el neoclasicismo ni el romanticismo dejan huella en su arte. Su época es la misma en la que triunfan David, Tiépolo, Courbet, Ingres, el arte didáctico, los temas mitológicos, la figuración, etc.
El color alcanza en Goya un concepto nuevo. El color se valora por sí mismo, es un elemento expresivo fundamental del cuadro.
Su dibujo no es detallado y preciosista sino abocetado, llegando incluso a dejar parte del cuadro sin cubrir. Su pincelada es un gran movimiento, un gran trazo de pincel que es trazado con una técnica nerviosa y fogosa, y donde queda marcada su personalidad, su psicología y su expresividad genial.
Vida y obra
Francisco de Goya y Lucientes estudia en la academia de Luján y en la escuela taller de José Ramírez. Aprenderá la técnica del dibujo y el sentido compositivo.
En 1763 hace su primer viaje a Madrid, que no sería muy fructífero. En 1766 vuelve a Madrid. Se queda hasta 1770 y se dedica a copiar cuadros en el Museo del Prado, con lo que conoce la gran pintura.
Goya viajará a Italia por sus propios medios. Aprenderá la técnica del fresco y admirará las grandes obras que guarda Roma. En 1771 regresa a Zaragoza. Pintará el coreto de la capilla del Pilar y la cartuja del Aula Dei. En esta obra abandona todo barroquismo.
Las influencias de su suegro, pintor de cámara, serán decisivas para su triunfo en Madrid y en la Corte. En 1774 Goya comienza a grabar obras de Velázquez. En 1775 entra a trabajar en la Real Fábrica de Tapices. Sus cartones se caracterizan por un colorido brillante, los tipos sin gracia, sin drama, que parece que llevan máscaras, sin expresión, que ocultan una sutil crítica a la sociedad: La caza del jabalí, El pelele, La sombrilla, La vendimia y La gallina ciega.
En 1780 ingresa, por fin, en la Academia de San Fernando. En 1798 Goya pinta los frescos de San Antonio de la Florida. Utiliza en ella el trazo suelto, las manchas de color sin forma aparente. Esta técnica anuncia el impresionismo. Es de destacar sus soluciones formales como la barandilla, que coloca para organizar la escena.
Los retratos y las pinturas de gabinete
En 1783 pinta el retrato de Floridablanca, que le servirá de presentación como pintor de cámara. Retrata a Carlos III cazador y a Carlos IV, a los duques de Osuna, al banquero Cabarús, etc. En 1786 es nombrado pintor del rey.
Goya domina todos los elementos precisos para lograr una obra de arte: seguridad, espontaneidad en el dibujo, equilibrio en una composición sencilla y bien proporcionada, luz intensa y colorido brillante sabiamente distribuido. La serie de retratos reales culmina con La familia de Carlos IV.
En 1792 viaja a Andalucía. En este viaje cae enfermo y comienza a manifestarse su sordera. En 1793 regresa a Madrid y pinta algunos cuadros de gabinete, es decir, obras que proceden de su propia imaginación, al igual que los caprichos y las invenciones, y que no son de encargo. En estos cuadros es donde plasma sus reflexiones estéticas y su experiencia vital: El manicomio, El entierro de la sardina.
Pinta también las majas, La maja vestida y La maja desnuda, y numerosos retratos, en los que hace un estudio del cuerpo entero y el rostro con un tratamiento psicológico.
En 1808 comienza la guerra de la Independencia, que dejará una profunda huella en Goya. Pinta el Dos de mayo o La carga de los mamelucos y el Tres de mayo o Los fusilamientos de la montaña del Príncipe Pío.
Los grabados
Los grabados son lo más genial de su obra, sobre todo por su libertad. Son una manifestación genial de Goya como artista. En ellos se refleja la sociedad y el tiempo en el que vive.
Álbumes y caprichos
El álbum A o de Sanlúcar: son grabados realizados con pincel y tinta, su técnica es muy simple y sus composiciones muy sintéticas, en las que dominan las escenografías. Los temas son escenas populares.
Entre 1796 y 1797 realiza en Madrid el álbum B: dedicado al cortejo y los amores, las brujas, los aquelarres, las caricaturas, al mundo onírico y a la sátira de la superstición de su tiempo.
Los caprichosson creaciones íntimas en las que se censuran los errores y los vicios humanos. Creaciones de un nuevo universo de formas y un inédito lenguaje pictórico.
Entre 1810 y 1823 crea la serie de Los desastres de la guerra, unos grabados en que se plasman todas las miserias y brutalidades de los hombres en guerra, y la represión tras ella.
Los disparates es la última serie de grabados recogidos en un álbum. Algunos de los grabados no tienen título, lo que le emparenta con las vanguardias del siglo XX.
En 1816 realizará un álbum dedicado a la tauromaquia. Tratan un tema lúdico. Y en 1822 realiza el Álbum diario.
Las pinturas negras
En 1819 Goya adquiere la quinta del Sordo y se traslada allí a vivir. En la quinta del Sordo realiza una serie de pinturas murales hechas para él mismo. Son pinturas que anuncian el expresionismo.
Quizá sea en estas pinturas donde el genio de Goya se exprese con mayor libertad. El gran cabrón, Dos viejos comiendo, Duelo a garrotazos, Saturno devorando a sus hijos y El perro, un sorprendente cuadro casi abstracto.
En 1823 se exilia en Francia. Esto le proporciona mayor tranquilidad, su paleta se aclara y pinta su último gran cuadro, La lechera de Burdeos. Hoy en día se duda de la autoría del Coloso y La lechera de Burdeos.
viernes, 5 de noviembre de 2010
jueves, 4 de noviembre de 2010
miércoles, 3 de noviembre de 2010
Niño Miguel Hernández.
NIÑO, Miguel Hernández.
Rueda que irás muy lejos.
Ala que irás muy alto.
Torre del día eres,
del tiempo y del espacio.
Niño : ala, rueda, torre.
Pie. Pluma. Espuma. Rayo.
Ser como nunca ser.
Alborear del pájaro.
Eres mañana. Ven
con todo de la mano.
Eres mi ser que vuelve
hacia su ser más claro.
El universo eres,
que gira esperanzado.
Pasión del movimiento :
la tierra es tu caballo.
Cabálgala. Domínala.
Y brotará en su casco
su piel de vida y muerte
de sombra y luz, piafando.
Asciende, rueda, vuela,
creador del alba y mayo.
Alumbra. Ven. Y colma
el fondo de mis brazos.
Rueda que irás muy lejos.
Ala que irás muy alto.
Torre del día eres,
del tiempo y del espacio.
Niño : ala, rueda, torre.
Pie. Pluma. Espuma. Rayo.
Ser como nunca ser.
Alborear del pájaro.
Eres mañana. Ven
con todo de la mano.
Eres mi ser que vuelve
hacia su ser más claro.
El universo eres,
que gira esperanzado.
Pasión del movimiento :
la tierra es tu caballo.
Cabálgala. Domínala.
Y brotará en su casco
su piel de vida y muerte
de sombra y luz, piafando.
Asciende, rueda, vuela,
creador del alba y mayo.
Alumbra. Ven. Y colma
el fondo de mis brazos.
Elegía a Ramón Sijé.
ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ.
MIGUEL HERNÁNDEZ.
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las ladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
MIGUEL HERNÁNDEZ.
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las ladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Nanas de la Cebolla
NANAS DE LA CEBOLLA
Miguel Hernández
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Miguel Hernández
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Aceituneros
ACEITUNEROS
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
Andaluces de Jaen
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martes, 2 de noviembre de 2010
El Niño Yuntero.
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatifecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepurtura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.
Le veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
u declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
Miguel Hernandez
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatifecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepurtura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.
Le veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
u declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
Miguel Hernandez
ANDALUCES EN JAÉN.
Andaluces de Jaen,
aceituneros altivos,
decidme en el alma:
Quien, quien levanto los olivos?
No los levanto la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levantate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzo una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaen, aceituneros
altivos, decidme en el alma:
Quien, amamanto los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriquecio en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepulto en la pobreza,
que os pisoteo la frente,
que os redujo la cabeza.
Arboles que vuestro afan
consagro al centro del día
eran principio de un pan
que solo el otro comía.
Cuantos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaen, aceituneros
altivos, pregunta mi alma:
de quién, de quién son estos olivos?
Jaen, levantate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad del aceite
y sus aromas, indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
Andaluces de Jaen,
aceituneros altivos,
decidme en el alma:
Quien, quien levanto los olivos?
No los levanto la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levantate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzo una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaen, aceituneros
altivos, decidme en el alma:
Quien, amamanto los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriquecio en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepulto en la pobreza,
que os pisoteo la frente,
que os redujo la cabeza.
Arboles que vuestro afan
consagro al centro del día
eran principio de un pan
que solo el otro comía.
Cuantos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaen, aceituneros
altivos, pregunta mi alma:
de quién, de quién son estos olivos?
Jaen, levantate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad del aceite
y sus aromas, indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
ELEGIA A RAMÓN SIJÉ
.
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)
.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
.
Alimentando lluvias, caracoles
Y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
.
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
.
.Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofe y hambrienta
.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte
a parte a dentelladas secas y calientes.
.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte
.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de mis flores
pajareará tu alma colmenera
.
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
.
A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
.
(1 0 de enero de 1936)
.
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)
.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
.
Alimentando lluvias, caracoles
Y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
.
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
.
.Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofe y hambrienta
.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte
a parte a dentelladas secas y calientes.
.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte
.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de mis flores
pajareará tu alma colmenera
.
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
.
A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
.
(1 0 de enero de 1936)
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